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Haílton Corrêa de Arruda, más conocido por todos como Manga, el gran portero del NACIONAL campeón de América y del Mundo de 1971 con el DECANO se encuentra en nuestro país, estuvo presente en el Centenario en el encuentro entre Uruguay y Colombia. Fue recibido por la directiva en la Sala Don Miguel Restuccia, donde también se hizo presente Esteban Conde y los arqueros de las formativas del club.

 

Actualmente Manga vive en Guayaquil-Ecuador y entrena a niños de entre 10 y 14 años en su propia escuela. En PASIÓN TRICOLOR dialogamos con el ex tricolor, allí Rodrigo Vázquez mantuvo una linda charla.  «Estoy contento de estar aquí en Montevideo, jugué seis años en Nacional, yo quiero mucho este país, en las buenas y en las malas siempre me apoyaron.»

 

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¿Qué siente al volver al Uruguay?

Estoy muy contento de estar de vuelta, muy feliz. Estoy muy contento por el cariño de la gente, los dirigentes, los hinchas, los amigos. Es muy importante para mí. Me siento muy feliz.

¿Qué recuerda de su llegada a Nacional en 1968?

Lo que recuerdo es que, cuando fui contratado y recién había llegado, estaba en mi casa de Pocitos mientras el equipo estaba jugando en Argentina. Perdió un partido y, al día siguiente, golpeó la puerta un dirigente y me dijo que tenía que viajar a Argentina. Como era profesional, fui. Llegué, me dieron la ropa de trabajo y pregunté contra quien jugábamos: “contra el Santos”, me dijeron. Pero eso no me preocupó, me preocupó que la cancha estaba muy mojada porque estaba lloviendo.

Ahí empezó la historia…

Jugué contra River Plate y ganamos, jugué otro partido más y ganamos… Después llegamos a Montevideo y el comentario de la gente era: “¡tenemos arquero!”. Recién llegaba, pero, gracias a dios, mostré mi rendimiento y me porté como un caballero en Nacional.

¿Cuáles fueron sus máximas emociones en el club?

La primera cuando hice un gol de arco a arco. Y la segunda, el campeonato de América de 1971. Fue muy importante.

¿Cómo era ese equipo?

Maravilloso. Manga; Ancheta, Masnik; Ubiña, Montero Castillo y Blanco; Cubilla, Maneiro, Espárrago, Artime y Morales (lo recita con la antigua formación 2-3-5).

¿Qué recuerda de los clásicos ante Peñarol?

Eran partidos muy importantes porque en la cancha tienes que mostrar tus cualidades y lograr la victoria. Eran 90 minutos y yo entraba para ganar los partidos y, gracias a dios, gané muchos, peleando contra jugadores como (Elías) Figueroa, (Pedro) Rocha, (Alberto) Spencer… Afuera son mis amigos, pero adentro hay que pelear para ganar. Tuve saldo positivo, me fue muy bien.

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¿Qué nos puede decir de las finales de la Libertadores de 1971 ante Estudiantes de La Plata?

La primera fue en La Plata. La cancha era pequeña y perdimos 1-0. La segunda final fue en el estadio Centenario y ganamos 1-0 con gol de (Juan) Masnik. El tercer partido fue en campo neutro, en Lima. Ahí hicieron los goles (Víctor) Espárrago y (Luis) Artime y fuimos campeones. Fue una emoción muy grande porque sabíamos que terminábamos y que el compromiso había finalizado con el título. Hay que ganar los partidos para ser campeón y, para ser campeón de América, hay que ganar 12 partidos. Así fue mi trabajo en Nacional.

Hábleme de la final de la Intercontinental ante el Panathinaikos…

Era muy difícil porque era la primera vez que íbamos allá, a Grecia. Empatamos 1-1. A mí me pegaron una patada en el pecho y seguí jugando. El entrenador rival era (Ferenc) Puskas. Regresamos a Uruguay y había mucha fiesta y mucha gente en el estadio. Ganamos 2-1. Goles de Artime. Fue una gran alegría. Yo jugaba y miraba el reloj esperando el título. Un periodista atrás me marcaba el tiempo: “Manga, faltan 10 minutos”, me decía.

¿Y el gol de arco a arco en 1973 ante Racing por el Torneo Ciudad de Montevideo (30 de mayo; triunfo albo 7-0)?

Rematé, pero no para hacer el gol. Primero jugué para un zaguero, me la devolvió y yo hice el gesto como para que todos suban. Pateé fuerte, la pelota picó entre los zagueros y el arquero y se le fue por arriba. Y (Washington) Calcaterra, que venía acompañando la jugada, no la tocó, entró sola. Todos me venían a abrazar y yo decía: “¿qué paso?”. “Hiciste un gol de arco a arco”, me decían. Fue un record. Un gol de 85 metros.

Para los más jóvenes que no lo vieron, ¿cómo se definía como arquero?

Era muy rápido, hablaba mucho con la defensa y los laterales, no me gustaba fallar y, cada vez que entrábamos a la cancha, yo les decía a mis zagueros: “Cuando yo grite, salgan todos”. Así, volaba y la tomaba. Todos me comprendían. Ese era mi trabajo de arquero. Aprendí a salir del arco. A mí no me gustaba sacarla con los puños, me gustaba atraparla con las dos manos, sacarla con los puños es un compromiso porque la pelota puede salir mal, para atrás, para cualquier lado.

Otra gloria tricolor como Aníbal Paz actuaba como entrenador de arqueros.

Lo conocí, fue un gran amigo, un gran profesor, un gran arquero. Hice amistad con él, en los entrenamientos se portaba muy bien.

¿Sigue a Nacional?

Con mi esposa siempre vemos a Nacional cuando lo pasan por televisión.

¿Qué me dice del hincha tricolor?

Estoy muy contento, camino por Montevideo y siento el cariño de toda la gente, me paran por la calle para sacarse fotos, me dan abrazos, en los restaurantes no me cobran la comida, así es el cariño de la gente de Nacional con Manga. En la vida tienes que caminar derecho, las personas te ven como caminas.

¿Fue feliz como arquero de Nacional?

Sí, gracias a dios.

 

 

HISTORIA. Haílton Corrêa de Arruda (Recife, Brasil, 26 de abril de 1937), Manga para todos, permanecerá imborrable en la memoria de todos los tricolores.  Es que sus sensacionales atajadas, su enorme personalidad, su temperamento y coraje a prueba de balas y sus condiciones técnicas, le permitieron convertirse en un jugador clave de aquel maravilloso equipo que ganó todo entre 1969 y 1972 (cuatro títulos locales, una Libertadores, una Intercontinental y una Interamericana).

 

Llegó al Decano en 1968 y se marchó en 1974. Ganador empedernido, prácticamente invencible en los clásicos (llegó a estar 16 sin derrotas), marcó un recordado gol de arco a arco ante Racing en 1973. Sumó 200 juegos oficiales y un gol.

 

Más allá de su brillante campaña en Nacional, también fue jugador de selección brasileña, con la que disputó el Mundial de Inglaterra 1966.

 

Trayectoria

Sport Recife Brasil 1955—1959
Botafogo Brasil 1959—1968
Nacional Uruguay 1968—1974
Internacional Brasil 1974—1976
Operário Brasil 1977—1978
Coritiba Brasil 1978
Grêmio Brasil 1979—1980
Barcelona S.C. Ecuador 1981—1982

 

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