A bordo de unos de los barcos más grandes del mundo hemos quedado varados en el medio del océano, con el timón roto y sin combustible para retomar el rumbo. Así está Nacional, así hemos dejado a Nacional. Este barco lo manejamos todos, los jugadores, el cuerpo técnico, los dirigentes y los socios, sí, los socios son los que ponemos a los dirigentes como el pueblo a sus gobernantes y vaya si tenemos indirecta responsabilidad sobre los resultados de nuestros actos.
Por Matías Méndez (@menchibolso) intengrante de la mesa de opinión.
Este declive comenzó a gestarse a partir de uno los mayores errores cometidos por Ricardo Alarcón en lo que fue, a mi entender, un muy buen doble mandato. Alarcón, a espaldas del resto de los directivos, fue a buscar al “Chavo” Díaz y lo contrató para dirigir el primer equipo tricolor, dándole así el volante de un fórmula 1 a un joven conductor sin experiencia, en medio del comienzo de una campaña electoral que no le hizo nada bien al club y que nos dejó además altos contratos por tiempos muy extensos que hoy estamos sufriendo. Hasta allí, la gestión de Ricardo Alarcón al frente de Nacional había mostrado coherencia, una línea de conducción, estando de acuerdo o no uno sabía hacia donde caminaba el Club, veíamos al equipo y sabíamos a lo que apuntaba el Gerente deportivo, podía salir o no pero teníamos un horizonte. A partir del “Chavo”, Nacional comenzó a perder este rumbo, se transformó en un equipo liviano, sin solidez defensiva y muriendo siempre en intentos ofensivos que denotaban el capricho del DT por satisfacer al paladar del hincha que de a poco se fue secando.
Los jugadores que han llegado a Nacional no han dado, en su mayoría, con la talla que la camiseta exige, es verdad. Muchos han quedado en el debe desde lo futbolístico y otros lo propio desde lo actitudinal, pero es difícil que los jugadores tengan buenos rendimientos cuando están en un lugar sin liderazgo, sin una línea de conducción, sin un rumbo claro y definido por donde ir. Pelusso agarró el plantel antes del período de pases, tuvo la oportunidad de hacer y deshacer dentro de las posibilidades que un club como el nuestro le puede dar, y viendo el resultado, ahora sabemos que no lo ha hecho bien. Además de esto, Nacional padece de intención de juego, no se ve absolutamente nada de lo que el cuerpo técnico trabaja en la semana, no hay jugadas preparadas, no hay triangulaciones, el equipo es pasmosamente estático, no repetimos una oncena y por si fuera poco nos morimos físicamente, entre otras cosas, porque no sabemos correr la cancha, como no sabemos tampoco jugar con la pelota, ni sin ella. Yo me pregunto, ¿qué hace Nacional en la semana?
La frase que resonó en época de Campaña electoral en Nacional fue “Para ganar en todas las canchas” pregonada por Eduardo Ache y la lista 5. Pero perdemos en la cancha de juego. Perdemos en la AUF. Perdemos por goleada en el Colegio de Árbitros. En la única cancha que seguimos ganando y no tienen injerencia los dirigentes es en las tribunas, allí no nos han podido ganar aún. Hemos perdido peso desde los mandos medios de la institución, Alejandro Lembo es un referente y si tengo que pensar en alguien para que agarre el timón de este barco es en él, pero no podemos exigirle que levante a un club como Nacional de un pozo tan grande cuando no hace 6 meses que empezó en su cargo. El hueco que dejó Enríquez con su partida no lo hemos podido suplir aún pero no tengo dudas que Alejandro lo podrá hacer, mientras tanto necesitamos soluciones ya. Esta Directiva presidida por Eduardo Ache aún tiene una deuda muy grande con sus socios e hinchas, desde que llegó los resultados no solo no han sido buenos, han sido muy malos y cuando digo esta Directiva los incluyo a todos también a Fuentes que la integra y que en su momento les hizo el juego a la prensa dándoles de comer los que ellos le pedían. Como si fuera poco, el codo prometido a la Abdón Porte fue adjudicada a la Atilio García, en otra muestra de desinteligencia.
Corremos también con un peligro que puede dañar mucho a nuestro querido Nacional, el cuidado de nuestros chiquilines. Hoy el plantel principal del club lo integran muchos juveniles surgidos de la cantera. No me gustaría ver como ante una mala campaña se van de la cancha silbados por la gente, no me gustaría verlos a préstamo en otros equipos por la mala suerte de compartir un año muy malo. Claro que también ellos son responsables pero son nuestro patrimonio y como tal debemos cuidarlos y potenciarlos con jugadores de nivel, experientes y referentes a su lado.
Hoy no tenemos un equipo, apenas tenemos un plantel de los cuales parece por lo expuesto que solo se eligen once por partido para que entren a la cancha y allí dejar librado el destino a la improvisación de cada uno de ellos. No hay circuitos, no se ve lo trabajado en la semana en la cancha, y en muchos casos no hay técnica ni actitud y lo peor de todo, ya perdieron la confianza en sí mismos al ver que no hay un proyecto deportivo.
¿Podemos salir adelante? Por supuesto, pero cuando lo logremos, nadie, y en especial los dirigentes, pueden olvidar que habitamos un barco muy muy grande que estuvo varado en el medio del océano, con el timón roto y sin combustible para retomar el rumbo.
Ojalá podamos llegar al destino que queremos en tiempo y forma, pero este barco debe entrar en astilleros y son muchas las averías para remendar.
Por Matías Méndez (@menchibolso) intengrante de la mesa de opinión en Pasión Tricolor 1010 Am