Por Julio Cifuentes
Hay momentos es que no es fácil ser demasiado optimista. Es más, parece ilógico y hasta irresponsable, pero termina siendo una elección de vida.
Puede ser lógico no serlo en esta ocasión, tras la imagen pobre que dejó NUESTRO EQUIPO en varios partidos del Clausura, pero es justamente ese término “nuestro”, ese sentimiento de pertenencia, el que invita y motiva a esperar ilusionado.
Una opción sería esperar LA FINAL del Campeonato Uruguayo con una actitud negativa, pesimista, priorizando quizás la razón por encima del corazón, pero prefiero esperar con optimismo que podamos conseguir un buen resultado. Elijo depositar mi confianza en los jugadores que van a salir a la cancha –cualquiera que ellos sean- y a la capacidad del técnico para revertir situaciones negativas, pero con la convicción (obviamente) de que se debe mejorar mucho para quedarnos con el objetivo.
Capaz sea muy iluso pero apuesto a que por un partido podamos asemejarnos al rendimiento del Torneo Apertura, apoyados en un aspecto fundamental para este tipo de partidos, en la motivación que el grupo pueda adquirir para pararse en la cancha de otra manera.
Todos los partidos son diferentes, sobre todo un clásico, y más una final todavía: en estos encuentros se minimiza la importancia de las estructuras tácticas, se relativiza la incidencia de las habilidades técnicas y adquiere una relevancia fundamental el factor anímico, absolutamente decisivo. No es lo único, no alcanza con eso nada más para salir airoso, pero la importancia de ganar esa batalla es fundamental.
Hay que “meter”, pero también hay que jugar lo mejor posible, y aquí es cuando debemos apostar a las fortalezas que tiene el equipo, o mejor dicho el plantel: en principio, comparto con Gutiérrez –si se confirma- la idea de cambiar “lo menos posible” el fondo, ya que la defensa debe evitar desinteligencias a la hora de la marca y apelar al conocimiento entre los jugadores para no dudar dentro del área y que siempre llegue alguien a buscar el balón para despejarlo. En el medio de la cancha, es donde mayor peso puede tener la figura táctica del equipo, pues existe la necesidad de rodear a Arismendi y Porras para que no queden en inferioridad numérica, que puedan jugar resguardados y protegidos evitando la aparición de espacios para los rivales. Algunos pretendían sumar otro jugador a esa zona, un tercer volante que los acompañara, pero a la luz de lo visto en el último partido parece mucho más prudente que colaboren los delanteros en la marca (sobre todo por las bandas), pero sin renunciar a la cantidad de hombres que jueguen adelante.
Y en la parte ofensiva, más allá de la fisonomía que asuma esa parte del equipo, lo que debemos lograr es que no el equipo –y sus delanteros- no queden tan lejos del arco rival como en otros cotejos, que existan pocos metros para recorrer por los atacantes, para probar a un defensa inestable, para generar faltas y maniobras que permitan rematar la mayor cantidad de veces posible al arco.
Quiero apelar a la capacidad y la experiencia de alguno de nuestros valores, desde la incidencia del capitán Gustavo Munúa en el arco, la capacidad innegable de un todo terreno como “El Colo” Romero, la incidencia de nuestro mejor defensa Diego Polenta y el aporte de Espino, con antecedentes recientes espectaculares en los últimos dos clásicos anulando a uno de los créditos rivales, y a la vez, deseando que se afirme como zaguero central Gorga, para confirmar su enorme potencial.
Entre los del medio el último clásico de Arismendi fue muy bueno, pues también anuló a una de las principales armas rivales, y Gonzalo Porras se ha convertido en el eje del equipo y necesitamos que haga un buen partido.
Entre los de adelante, muchos confiamos en que aparezca el primer gol clásico de Barcia y en que De Pena demuestre todo su despliegue y su potencia física para incidir mucho más por la izquierda, aunque debemos lograr que ambos sean mejor habilitados, al igual que Iván Alonso, que llega con dos goles en los últimos dos clásicos y va por el tercero consecutivo.
En esos diez nombres prácticamente no existen dudas, pero aparecen distintas posibilidades para el que falta. Para mi gusto, debe jugar Christian Tabó, que necesita más minutos en el equipo como demostró ante Juventud y puede transformarse en un elemento más que peligroso con su velocidad y su habilidad.
Pero estos partidos no se juegan con once, sino con catorce. Los cambios que el técnico decida también deben ser acertados, y en esa realidad la gran ilusión es la presencia de Recoba con esa zurda mágica que tantas alegrías nos ha dado, sobre todo en este tipo de partidos, y no dejo fuera de la consideración a Gastón Pereiro, a quien extrañamos cuando no lo tuvimos mucho más de lo que lo valoramos cuando estaba jugando; su ausencia se sintió, pero ante la posibilidad cierta de que pueda estar en la partida, queda abierta la ilusión de que pueda incidir con su talento.
Los últimos antecedentes juegan a nuestro favor. El rival de todas las horas no puede estar tranquilo ni siquiera cuando va ganando, ante la cantidad de partidos que hemos “dado vuelta”, el último de ellos como nunca había ocurrido en la historia. Ni hablar el nerviosismo que provoca en algunos rivales la presencia de “El Chino” solamente con preparase para entrar.
Rodeemoslo, no lo dejemos tan solo, ni a él ni a ninguno de los delanteros, y nuestras chances crecerán bastante.
Claro está, alguno dirá “no todos los días es carnaval” para ilusionarnos con otra victoria como las últimas, pero nadie puede prohibirme o prohibirnos que me ilusione al igual que vos, y que ustedes, con otra conquista, con otro título, con otro partido memorable.
Y aunque vengamos bien o vengamos mal, siempre tendré esa postura, siempre llegaré con esa ilusión. La historia es mi aliada. Soy hincha de Nacional.