Rumbo a la villa, a pie y en caravana, cantando y con la alegrÃa de estar entre los pares, una vez más copando el Cerro de Montevideo. Con un poco de demora se partió desde plaza Lafone como se previó; con total normalidad los tricolores avanzamos hacia el Trócolli, hasta que se dejó la ruta para entrar por el camino vecinal que lleva a la tribuna, allà policias sin sentido o justificación alguna comenzaron las agresiones, generando que gente callera en las barrancas que habia que sortear para adentrarse, inclusive gente mayor.
En la puerta de ingreso, como en la última visita al recinto albiceleste; también el abuso de función de los uniformados que con los caballos pisaron personas, con sus sables y palos golpearon; y que, es justo decirlo, tuvieron alguna respuesta de parte del grueso de la parcialidad que, con algunos terrones de barro de los terraplenes aledaños respondieron, hasta que intercedió el presidente Alarcón, que salió de la tribuna a apaciguar los ánimos.
La victoria del cerrense fué justa dentro del campo. En su tribuna lucÃa una bandera, que plagiando el slogan implantado en los últimos tiempos por Nacional flameaba y rezaba «CULTURA VILLERA». Ahora, la pregunta que me hago es, ¿de qué clase de cultura se jactan?
Por suerte ingresé al estadio temprano, y me dispuse a conseguir un baño. Las instalaciones de la tribuna Brasil tienen dos de caballeros, uno en cada puerta de acceso. La sorpresa fué que ninguno de los dos contaba con suministro de agua… Caños en el aire, sin canillas de donde simplemente no salia NADA. En mi segundo intento, en el otro baño, ubicado sobre la puerta que queda más cercana a la popular de Cerro, no solo que la situación con las tuberias era la misma, si no que antes de entrar al mencionado observé que, en el baño aledaño, perteneciente a las damas; frente a la puerta se encontraba un lavamanos de ceramica, roto, en el piso. Esto aproximadamente 40 minutos antes de empezar el partido, cuando aún no habÃa casi público, elemento que fuera usado para ser arrojado al campo de juego.
Por supuesto que no defiendo la deplorable actitud de algunos malos hinchas (más siendo quienes fueron, no me corresponde señalarlo); pero todo esto pudo ser manejado de otra forma y no haber generado un clima de violencia en lo que pudo ser una fiesta empañada por la policÃa, el juez del partido a quien culpo personalmente de gran parte de los desmanes dentro del estadio y, por supuesto al grupo de hinchas involucrados.
MatÃas MartÃnez