La espectacular campaña de Nacional en el Torneo Apertura se apoyó en varios pilares que resultaron decisivos para lograr esa sucesión de resultados positivos poco común en nuestro fútbol. Era muy difícil mantener esa racha excepcional uniendo una victoria atrás de otra, como quedó demostrado en el Franzini el domingo a la noche, donde el DECANO resignó sus primeros dos puntos en el Clausura.
Entre esos bastiones que sustentaron la campaña destaco el excelente nivel de varios jugadores -que todavía no han alcanzado en este 2015 y es lógico-, la solidaridad indisimulable que existió para correr, luchar, pelear y conseguir cada pelota como si fuese la última en juego, y por supuesto el apoyo incondicional llegado desde la tribuna, que empuja y empuja en determinados momentos hacia la conquista del objetivo.
Pero hay otro, que es el que más me preocupa en este momento, visto los resultados de estos primeros encuentros del año. Entre los aspectos que definen un partido de fútbol, además de la clase individual de los jugadores, además de la buena o mala tarde que puedan tener, de circunstancias fortuitas por una pelota que va dentro o afuera, de un error arbitral, hay un elemento que cada vez adquiere mayor preponderancia que es la propuesta de un equipo, el estilo que utiliza, la forma de moverse, la figura táctica, o por definirlo de otra manera, el plan que establece el entrenador para jugar ese partido.
En el Apertura, NACIONAL arrasó por una conjunción de motivos, pero entre ellos uno de los más importantes fue el haber sorprendido a sus rivales haciéndolos sentir incómodos, llevándolos a su juego, tendiendo una trampa que fue letal en la mayoría de los casos. Es cierto que no fue permanente, que varió en varias ocasiones de acuerdo al trámite, pero ante los rivales “directos”, esa postura de “esperar”, de dejarlo manejar la pelota, de entregarle el protagonismo y después salir rápido “lanzando” a los de arriba resultó sumamente efectiva.
En la mayoría de los partidos no fuimos vistosos, pero si contundentes. No deslumbramos con el juego, pero nos quedamos con los tres puntos. Ganamos en firmeza atrás con la llegada de Diego Polenta para jugar junto a Rafa García, adelante lideró el ataque un Iván Alonso en su mejor momento, y en el medio de la cancha completó la columna vertebral Gonzalo Porras, fundamental en habilitaciones largas, pero más aún en salida prolija en corto desde el fondo.
Todo esto lo saben los técnicos rivales. Algunos lo sufrieron, otros se prepararon para evitarlo. Y así nos complicó Palestino, y también Defensor.
Además de rodear a Iván, le han quitado espacios y segundos a Porras cuando toma la pelota, obligándolo a jugar rápido, a perder precisión por tener que apurarse, a evitar que pueda hacer la pausa para buscar el compañero mejor ubicado.
Nos han neutralizado, no nos dejan jugar, no nos dejan utilizar los métodos con los que nos sentimos más cómodos, obviamente inutilizando también otras armas, controlando a Pereiro, escalonando a De Pena, minimizando las oportunidades de Seba Fernández. Es cierto que los nuestros no están en su mejor momento, pero también están mejor controlados ahora.
En este panorama, necesitamos variantes. Buscar algún cambio, para sorprender otra vez. Algunos proponen cambios de hombres, tentados con la posibilidad de que ingrese alguno de los futbolistas que no están siendo titulares, algo totalmente lógico con este plantel extenso que tenemos, con muchos esperando su oportunidad; se me ocurre que no es lo más urgente, sino que lo que debemos encontrar son variantes en la forma de jugar, buscar cambios en la propuesta ofensiva, volver a sorprender moviendo las piezas.
Como una partida de ajedrez, en la que a veces se ataca con una estrategia y por momentos en otra. Es fácil decirlo sentado frente a un teclado, pero más complicado llevarlo a la práctica dentro de la cancha … Opciones hay varias: acompañar más a Alonso, cercarlo, rodearlo, buscar más creación (Pereiro y “El Chino” juntos, por qué no), llegada de los laterales con mayor profundidad, entre otras, pero la realidad indica que precisamos conseguir esas variantes, sea con los que están jugando o con alguno de los que están afuera.
No es necesario alarmarnos por haber empatado el primer partido, pero si observar, evaluar, y concluír que precisamos mejorar ofensivamente. Por ahí en el próximo partido encontramos 3 o 4 goles y comenzamos a olvidarnos de todo esto, pero un técnico inteligente como es Gutiérrez seguramente ya estará planificando y viendo como empezar a ejecutar variantes que nos permitan volver a sorprender a nuestros rivales.
Julio Cifuentes