No sé cómo será Munúa como técnico. Desconozco si se preocupará más por la ofensiva que por la defensa, si insistirá en la posesión del balón o en qué elementos hará hincapié para armar sus equipos. Ni idea tengo cuál será el sistema táctico que empleará, pero aún así, me ha dejado tranquilo y conforme la decisión adoptada por la Comisión Directiva de Nacional de nominar a Gustavo como el próximo entrenador del plantel, pero además, la rapidez con la que el tema se resolvió es digna de destaque, para que no se originaren más rumores respecto a los posibles nombres para suceder a Alvaro Gutiérrez.
Por Julio Cifuentes
Sobre la forma en que se resolvió no voy a profundizar en esta ocasión, prefiero quedarme con el resultado, para mi gusto un acierto. Debo reconocer que el período que se origina entre la partida de un entrenador que terminó exitosamente su campaña y la llegada de un nuevo cuerpo técnico es uno de los momentos que vivo con mayor tensión, esperando que el nuevo entrenador sea de mi agrado. En este caso, la nominación de Gustavo Munúa me ha satisfecho tanto como la de Marcelo Gallardo o la del propio Alvaro Gutiérrez luego de su interinato, espero que sea con el mismo suceso de los nombrados.
Nuestro último capitán cuenta con varias cualidades que lo ponen en condición ideal para ser el próximo técnico del plantel: conoce el grupo -con las ventajas y también las contras que ello puede generar-, perfectamente sabe de las necesidades y exigencias del club y de los propios jugadores, posee una fuerte personalidad, tiene un pasado ganador como jugador y por ello «espalda ancha» para iniciar un proceso a largo plazo, como ha anunciado el gerente deportivo Alejandro Lembo que es el que se inicia.
Por supuesto le juega en contra (en teoría) su inexperiencia ya que estará dando sus primeros pasos, pero ya se ha hecho costumbre para los tricolores también «formar» técnicos ganadores.
En su momento, cuando se dio un «quiebre» en la historia reciente, la consigna del club fue recurrir a ex jugadores que hubiesen sido Campeones de América y del Mundo en sus épocas de jugadores, y así fue como llegaron consecutivamente «El Gran» Hugo De León, Daniel Carreño, Santiago Ostolaza y Martín Lasarte, para cambiar luego el perfil al nominar a Gerardo Pelusso; con ellos fueron más los éxitos que las derrotas, hasta que últimamente la apuesta cambió, y más allá de algunas experiencias sin éxito, la intención de confiar los cargos a entrenadores sin antecedentes en Primera División, como Marcelo Gallardo y Alvaro Gutiérrez, terminó de manera exitosa.
Alguno se preguntará si era el momento para que Gustavo dejase de jugar y se convirtiera en entrenador, y la respuesta debe ser que perfectamente pudiera seguir bajo los caños algún tiempo más, pero también que este es un momento oportuno, para dejar de jugar siendo campeón y para asumir la conducción del grupo.
Me tocó ser testigo privilegiado de un hecho que marcó a nuestro arquero en el semestre pasado, cuando lo vi salir del vestuario –en cancha de Unión Española tras el partido con Palestino- con evidentes signos de dolor e inmediatamente, ante los presentes, minimizó la entidad de la lesión de su hombro; horas más tarde, dos metros antes de ingresar al avión que nos trajo de vuelta a Montevideo, lo escuché comentar a un par de compañeros su preocupación por esa lesión. Aunque él no lo reconoció ni lo hará quizás, no estaba para jugar en el cotejo revancha, y algún otro partido posterior, pero su compromiso con el grupo en ese momento lo metió en la cancha pese a la lesión, marcando un hecho que deja en claro su temperamento para enfrentar condiciones adversas.
Es una anécdota, nada más, como otras que nos ha ofrecido el hecho de estar siempre cerca del plantel en cada viaje al interior o exterior, como la noche anterior al partido ante Newell’s en Rosario, cuando un largo rato compartimos charlando junto a Javier también de varios temas. Volviendo a lo del comienzo, parece un riesgo que corre la dirigencia tricolor al designarlo como entrenador … pero es un riesgo que aplaudo y celebro, convencido de que se ha acertado en la decisión.