La familia de PASION TRICOLOR sabe, por haber compartido las últimas transmisiones de los partidos, que he dado el visto bueno al rendimiento del equipo hasta el momento, y eso me lleva a sostener un moderado optimismo respecto al futuro cercano de nuestro cercano. Creo conveniente recalcar el término “moderado” o “mesurado”, porque queda mucho terreno por recorrer, porque tendremos que seguir sumando buenos resultados unos tras otro, pero también estoy convencido de que estamos en el buen camino.
Dar el visto bueno a lo que se está haciendo hasta el momento en este “nuevo” Nacional de la temporada 2014/2015 es una apuesta riesgosa, pues aunque hagamos una muy buena campaña en el Torneo Apertura, de nada valdrá si no lo ganamos: estamos obligados a hacerlo, no tenemos margen de error, porque debemos recuperar el Campeonato Uruguayo.
Pese a lo anunciado, permite entusiasmarse la cuarta victoria conseguida en el campeonato, ante Danubio, por la forma en que hemos conseguido estos triunfos además, con total claridad en algunos casos, curiosamente en tres de ellas –las más importantes- en partidos jugados los días domingos, ante rivales que normalmente están peleando los campeonatos. Es cierto que todos los partidos reportan tres puntos, pero éstas son victorias que valen doble, porque las unidades en juego las ganamos nosotros pero además no las suman ellos, por eso son tan importantes los duelos directos con esos equipos, y vale recordar, que en los últimos tiempos habíamos fallado en la mayoría de ellos.
Desde que comenzaron los trabajos de pretemporada hemos estado muy cerca del plantel, en cualquier lugar donde jugara. Y vimos movimientos muy interesantes, vimos varias cosas positivas, pero claro, la gran verdad llegaría ante otros rivales. Y las dudas aparecieron –lógicamente- tras los dos partidos de la Copa “Teresa Herrera” y luego cuando caímos ante El Tanque. Daba para preocuparse, fue muy pobre la demostración en La Coruña y graves los errores cometidas ante los verdes y negros.
Pero también fue muy clara la victoria ante Defensor, y sin brillar, muy bueno el triunfo ante Sud América; por eso tras un compromiso que trajo sombras sobre el equipo y reinstaló fantasmas de campeonatos anteriores, eran fundamentales los choques ante River y Danubio para determinar en que realidad estábamos.
Y ganamos bien. En forma contundente, con claridad, frente a dos rivales de los mejores que tendremos.
Hay una frase que he repetido varias veces en las últimas semanas, respecto al funcionamiento como equipo que ostenta Nacional desde que Alvaro Gutiérrez ha llegado a su cargo. Tenemos varios futbolistas que han tenido muy buenos rendimientos, pero tan cierto como eso es que el accionar colectivo de la oncena potencia esos rendimientos.
Es para destacar la seguridad de Munúa cuando fue llamado a intervenir, aunque fuese exigido esporádicamente, pero transmitiendo seguridad con atajadas muy importantes, hubo un buen aporte de Fucile cuando estuvo a la orden, mientras del otro lado de la defensa, entre esta versión mejorada de Juan Manuel Díaz y la presencia de Espino tenemos bien cubierto ese sector. En la zaga, ha respondido a lo que de él se esperaba Diego Polenta, haciendo buenas parejas tanto con Aja como con Rafael García, y delante de ellos, la mejor zona del equipo ha tenido muy buenas actuaciones de Santiago Romero y de Diego Arismendi, con “El Colo” cumpliendo también en el lateral.
En zona ofensiva, Sebastián Fernández fue uno de los líderes del ataque contando con algunos “chispazos” de Barcia o de Giménez, más alguno aislado de Pereiro, pero hemos podido disfrutar el resurgimiento de un gran goleador como es Iván Alonso, una reaparición que necesitábamos, que nos ha venido de maravillas, luego de haber superado algunas dificultades personales.
No me olvidé. Lo dejé para el final, porque ha sido el gran estandarte tricolor hasta el momento en este Apertura; un jugador diferente, con características que necesitábamos, y que se adueño sin duda alguna de un lugar entre los titulares. Gonzalo Porras llenó un vacío que teníamos al reunir varias aptitudes en un solo jugador: por un lado entrega, marca, pierna fuerte, trabajo sin descanso con mameluco puesto cuando el rival tiene la pelota, pero apenas la recuperamos “cambia su aspecto” y se convierte en un inteligente, preciso y elegante encargado del armado del fútbol. El número 14 es clave en este resurgimiento tricolor, es decisivo tanto en el “trabajo sucio” que no luce como para habilitar a compañeros para que conviertan, sumando un precioso gol ante River incluso.
Miro a mi Nacional, veo los movimientos dentro del campo de sus jugadores, y veo que hay trabajo, que hay movimientos estudiados, que hay jugadas preparadas, que hay coordinación a la hora de ir a marcar, y sobre todo, que hay una solidaridad especial entre los jugadores realizando permanentemente un esfuerzo especial para volver a la marca cuando se pierde la pelota, o para correr muchos metros detrás de un rival para cortar su avance, en esfuerzos físicos que contagian.
Hay además, una intención de jugar la pelota por abajo, de manejarla con cuidado, convencidos de que hay herramientas para ganar los partidos.
Por supuesto, no precisaría decirlo, nos falta mucho por mejorar todavía. El “estilo” de juego del equipo por momentos no es muy vistoso, pero es sumamente efectivo; varias veces la apuesta apunta a recuperar la pelota en campo rival, y cuando la consigue allí le imprime una velocidad difícil de contrarrestar muchas veces.
Pero es clave también que Gutiérrez haya planteado muy bien los partidos. Ha debido enfrentar un montón de bajas, ha apostado a algunos cambios y ha acertado, por lo que no puede llamarse casualidad.
Queda mucho por recorrer aún, nada menos que diez partidos para la primera parte del campeonato … No hemos ganado nada aún y necesitamos ir “partido a partido”, pero el equipo entusiasma, ilusiona, sobre todo, cuando le toca jugar esos partidos en los que los puntos valen doble.
Julio Cifuentes