Otro récord jamás igualado que tiene nuestro querido CLUB NACIONAL DE FOOTBALL, el 14 de diciembre de 1941, el Bolso goleaba 6 a 0 a Peñarol por el campeonato Uruguayo, siendo hasta el día de hoy, LA MAYOR GOLEADA CLÁSICA EN LA HISTORIA DEL FÚTBOL URUGUAYO. Pero esa fue la tarde del 10 a 0, ya que en el preliminar, NACIONAL goleó a Peñarol por 4 a 0.
La historia manda, NACIONAL es grande desde 1899 donde empezó a construir una historia JAMÁS IGUALADA, algunos serán eternos segundos conformándose con resultados y conquistas que quedarán como un casi casi, pero sin llegar a los logros del DECANO. Grandes muchos, GIGANTE uno solo ¡NACIONAL!
RECORDAMOS LA CRÓNICA DE LA ÉPOCA:
El año de 1941 quedará grabado en la mejor historia de Nacional por dos hechos: Se clasificó campeón invicto del Campeonato Uruguayo, sin puntos perdidos y le hizo a nuestros rivales 10 goles en una tarde. Fue una hermosa tarde de sol, con 60 mil personas en las tribunas (a la Amsterdam y Colombes les faltaban todavía las bandejas superiores)
Nacional alineó a: Aníbal Paz, H. Romero y D. Rodríguez Candales. L. A. Luz, Eugenio Galvalisi y S. Gambetta. L. Ernesto Castro, J. P. Fabrini, Atilio García, Roberto Porta y Bibiano Zapirain.
El primer gol, lo convirtió Bibiano Zapirain de zurda. El segundo llevó la marca de Atilio, quien aprovechó un error de la defensa aurinegra. El tercero tuvo como protagonista al argentino Fabrini, con la «ayuda» de un defensa, que la metió más adentro. El cuarto gol fue una peinada de Atilio, culminando una notable combinación de Porta y Zapirain desde campo tricolor. El quinto fue de Luis Ernesto Castro , con preciso remate y el último, la frutilla que coronó el postre, lo convirtió Roberto Porta.
Los goles
Primero
Fue a los 14 minutos que el conjunto del Parque Central consiguió la apertura del score.
Porta avanzó tirando al pelota a los pies de Fabrini y este la cedió a Atilio García quien la devolvió al entreala derecho ante la imposibilidad de cortarse. Fabrini conecto un fuerte tiro desde fuera del área hacia la derecha de Máspoli y a media altura. Se tiró el golero de los aurinegros y no pudo retener el esférico, cosa que aprovechó Zapirain para entrar muy rápidamente y shotear bajo y cruzado conquistando el gol, pese a estar bastante molestado por Raúl Rodríguez que también se cerraba sobre su valla. Ni que decir que una salva de aplausos de los parciales albos, rubricó este magnifico remate del buen puntero izquierdo del Parque Central.
Segundo
Pese a que los aurinegros venían actuando con gran energía y eficiencia, fue Nacional el que se encargo de mover nuevamente el tanteador, cosa que ocurrió a los treinta y cinco minutos de este primer tiempo.
Porta presidió la carga. Se adelantó haciendo pase a la punta, donde Zapirain, en una excelente entrada anuló a Raúl Rodríguez y a Bermúdez , para entrar al área donde, ante la imposibilidad de shotear, jugó el esférico hacia donde se encontraba Porta. El insider, que entraba, shoteó fuertemente y rebotó en el cuerpo de Muñiz para caer en los pies de Castro, cuyo centro shot no demoró en llegar. Cabeceó Atilio y la pelota pegó en el palo, rechazando a medias Bermúdez, y Atilio García que se encontraba a la expectativa, recogió la pelota y conectó un tiro esquinado hacia una punta, que Máspoli no pudo detener.
Tercero
Se estaban jugando los últimos minutos de la primera etapa cuando Nacional logró anular por tercera vez a Máspoli. Raúl Rodríguez cerca de la línea media al pretender alejar la pelota no hizo más que poner en juego a Zapirain. El veloz puntero, libre de enemigos emprende uno de sus características corridas que terminó con la ejecución de un centro. La pelota pasó ante la valla de Máspoli donde Piñeiro apremiado por Fabrini al pretender alejar de cabeza no hizo otra cosa que vencer su propio valla, introduciéndose la ball junto al ángulo izquierdo.
Pocas jugadas más y el juez anunció la terminación del primer tiempo cuando el tanteador favorecía a Nacional por tres goles a cero.
Cuarto
Atilio García en el centro coloca en juego a Zapirain y corre a buscar colocación en el área. El winger amaga correrse y vuelve atrás para colocar preciso centro largo buscando la colocación del centro delantero, alcanza éste a peinar la ball baja hacia un costado venciendo a Máspoli que se arrojó tarde, marcando así la cuarta conquista de Nacional cuando corrían 26 minutos de está etapa.
Quinto
Porta avanza y coloca un pase adelantado a Zapirain para eludir a Bermúdez cometiéndole éste foul cuando el winger se aprestaba a entrar sólo al área.
Ejecuta la pena el mismo winger y Bermúdez despeja yendo la ball hacia Castro contra el que Piñeiro incurre en foul.
Lo ejecuta el mismo winger en forma alta y cruzada y Máspoli indeciso se arroja tarde, dando la pelota en el lateral y penetrando en el arco cuando se estaba en los 31 minutos.
Media docena
Sobre los 44 minutos se produce la sexta caída de la valla mirasol como consecuencia de una de las mejores jugadas del match. Porta coloca en juego a Castro luego de volcarse a la derecha, le devuelve el winger y nuevamente la ball va en forma cruzada hacia la punta atropellando Castro que la controla y ejecuta un centro corto que toma Porta par enfilar un voleo violentísimo y esquinado que deja parado a Máspoli.
Pocas jugadas más y finaliza el match con el amplio triunfo de Nacional por seis goles a cero, siendo los players tricolores largamente ovacionados por sus parciales.
José María Delgado ex Presidente de NACIONAL, ese año fue premiado con el Premio Nacional de Literatura, y dejó escrito para siempre este hermoso recuerdo:
» Por fin, señores, llegó la hora solemne, el primer equipo de Nacional piso el campo de juego ante el saludo atronador de sus miles de parciales. Nadie, señores, dudaba de su triunfo, la incógnita estaba en el resultado final. La formación del team de Nacional no ofrecía modificaciones. Los once campeones que junto a Ciocca el magnífico y a Cabrera el pequeño gigante, realizaron la hazaña estupenda, asombro de toda la afición deportiva, de vencer al rival de toda la vida por el inigualado score de seis a cero, son nuestros homenajeados de honor y para ellos, señores, el aplauso consagratorio, el aplauso de gratitud y reconocimiento en forma definitiva la gloriosa e inigualada campaña de 1941. Yo no sé señores, cuál habrá sido vuestra impresión, pero perdonad mi fantasía, alucinación o como queráis llamarle, en ese momento me pareció ver que ese shot fulminante, dentro del arco, no sólo la pelota, sino a todo el team adversario.
Quedándo solos sobre la gramilla del estadio los once campeones de Nacional y que la Torre de los Homenajes se inclinaba reverente ante ese equipo que acaba de realizar la más grande hazaña que registra la historia del football uruguayo. No voy a entrar en detalles de ese partido inolvidable, porque necesitaríamos días enteros para su completa descripción, sólo voy a recordar que estábamos en las postrimerías del partido, el score resultaba ya catastrófico para nuestros rivales. En las tribunas, había comenzado hacia rato el lento desfilar de muchos espectadores hacia las puertas de salida; unos mustios, cabizbajo, musitando palabras entrecortadas de resignación y tal vez de reconocimiento a una superioridad que no admitía dudas; otros sudorosos, congestionados vociferando epítetos contra dirigentes y jugadores, cuando en verdad de verdades, hay que reconocer y declarar a todos los vientos que los jugadores de Peñarol, demostraron verdadero espíritu deportivo, al aceptar la victoriosa superioridad de Nacional, sin un arrebato, sin una brutalidad que indudablemente hubiese empañado esa magnífica fiesta.
En el otro sector, las multitudes adictas al equipo campeón, semiagotadas su fuerzas ante tantas emociones y enronquecidas sus gargantas de tanto festejar las sucesivas conquistas de los suyos y el despliegue de armoniosas jugadas que se sucedían unas tras otras, pañuelo en mano, saludaban sonrientes a aquellos que desfilaban a la vez que se daban una tregua para la explosión final.
Todo parecía terminado, pero esa final del partido era a la vez el final del duro bregar de todo el año y para cerrar el expediente era necesaria rúbrica del director, del capitán. En el cielo se iba amortiguando la luz, que insensiblemente cambiaba de colores, el azul celeste se fundía en un rosa suave, en resplandores de oro en los que el sol, se escondía. Por el centro del campo, se inicia el centésimo avance de nuestro quinteto, la pelota va de los pies de uno a otro de nuestros defensores, hasta que se oye claramente la voz de mando del capitán: ¡mía! gritó, y la rúbrica de que hablaba hace un momento cerraba,
Señores: Seguro estoy de que el espectáculo de esa tarde memorable del 14 de diciembre de 1941, no se borrará más de la retina de los que tuvimos la dicha de presenciarlo.»
fuente: www.nacionaldigital.com