La frase retumbó en el salón principal del Centro Gallego la noche en la que PASIÓN TRICOLOR festejó su segundo aniversario, lanzada por el contador Enrique Singlet (SUPERBOLSO), un verdadero referente a la hora de repasar la historia del Club Nacional de Football, y cabe perfectamente para definir un día como el que se celebra cada 13 de setiembre, «cuando el albiceleste supo quien era el rival…»
La frase retumbó en el salón principal del Centro Gallego la noche en la que PASIÓN TRICOLOR festejó su segundo aniversario, lanzada por el contador Enrique Singlet (SUPERBOLSO), un verdadero referente a la hora de repasar la historia del Club Nacional de Football, y cabe perfectamente para definir un día como el que se celebra cada 13 de setiembre, «cuando el albiceleste supo quien era el rival…»
Por Julio Cifuentes
Muchos sabemos que un día como hoy los tricolores –asumiendo la representación del fútbol uruguayo- consiguieron la primera victoria internacional, pero aprovechemos a repasar lo ocurrido aquel 13 de setiembre de 1903, recordando un texto que profundiza en detalles de lo que se vivía en el país para conocer un poco más como se generó aquella conquista.
El 1º de marzo de 1903, José Batlle y Ordóñez resultó electo Presidente de la República y el 28 se pactó una paz inestable en Nico Pérez (se vivían momentos conflictivos en el país). Mientras tanto, cada fin de semana una multitud de uruguayos «cruzaban las fronteras partidarias convertidos en espectadores siguiendo a sus equipos»
Comenzaba setiembre y en el torneo local todo hacía presumir que Nacional y el CURCC llegarían «cabeza a cabeza». Los combinados de Uruguay y Argentina ya habían disputado dos partidos en 1902. Se jugaron en la cancha del «Albión» del Paso Molino. En ambos ganaron los argentinos por 3 a 2 y 6 a 0 respectivamente.
Era momento de nombrar a los «futbollers» que integrarían la selección uruguaya para el cotejo del día 13 de setiembre, en Buenos Aires. Estaba latente todavía el recuerdo del partido anterior.
La Comisión de la «League» nombró a los siguientes jugadores: Amílcar Céspedes; Carve Urioste y Boutón Reyes; Nebel, Luis Carbone y Ceferino Camacho: Pena, Bolívar Céspedes, Aniceto Camacho, Castro y Cordero. Estas designaciones causaron hondo malestar entre los «ferrocarrileros ingleses», desconformes por la inclusión mayoritaria, injusta según ellos, de jugadores de Nacional, por lo que no vacilaron en renunciar al honor de formar parte del «team» oriental.
En el seno de la Liga, que por ese entonces se reunía en el Café Gambrinus, hubo perplejidad y desazón, iniciándose de inmediato las gestiones pertinentes en Villa Peñarol, sin resultado.
Pedir la suspensión del partido parecía lo «más sensato» para la mayoría; entonces el gallardo y retobado Nacional, el de los Céspedes, el de los jóvenes universitarios, el de los colores de Artigas, el campeón invicto de 1902, se plantó con su bandera de lucha y conquista el derecho de representar al fútbol uruguayo –con sus aguerridos «players»- cumpliendo así gallardamente, el compromiso contraído.
Aunque la «League» respetó el paso al frente de Nacional, pocos creían en la convivencia de esta «quijotada» pese a que Nacional le había ganado en 1902 a Barracas en Buenos Aires y en el Parque Central por el mismo tanteador: 2 a 1
El seleccionado argentino estaba conformado sobre la base de los mejores «players» del Alumni, con el aporte de grandes figuras de Belgrano, Lomas y Estudiantes. Las especulaciones iban en aumento; perder por 6 goles como local y presentar como visitante sólo a un club… Pocos decían en voz alta lo que repetían entre líneas.
Nacional trabajaba y se aprontaba con una entrega envidiable. Según Domingo Prat, desde fines de agosto los tricolores entrenaron todos los días de 3 a 5 de la tarde, algo inusual en esa época.
El Consejo de la «League» argentina en pleno, recibió en la dársena Sur, al «Tritón» con la delegación tricolor a bordo. A las 11 de la mañana, los anfitriones agasajaron a los orientales con un almuerzo en el reputado «Aus Kéller» de la calle Corrientes. El presidente de la «The Argentine Football Association League», Chevalier Boutell, fue quien pronunció las palabras de bienvenida; luego hablaron Mullin -delegado uruguayo- y Eusebio Céspedes, padre de los populares hermanos. Las palabras de Don Céspedes no eran para que las llevase el viento: «Sabemos que no podemos ganar; venimos como hermanos a cumplir». Los conceptos finales de Alejandro Watson Hutton tampoco eludieron la realidad de los hechos: «Nada podía complacernos tanto como esto, de que un equipo de club haya asumido tan alta responsabilidad, para que no se interrumpiera la disputa anual entre los futbolistas del Río de la Plata».
El cotejo se celebró en el «field» de la Sociedad Hípica Argentina, en Palermo, ante más de 8 mil espectadores que creían que el «match» sería «un juego del gato con el ratón». En el Palco Oficial se hallaban: el Presidente de la República Argentina, Gral. Julio A. Roca, el Ministro Plenipotenciario del Uruguay Daniel Muñoz, ministros, legisladores y diplomáticos.
Nacional presentó su alineación característica: Amílcar Céspedes; Carve Urioste y Bouton Reyes; «Miguelón» Nebel (Cap.), Luis Carbone y Pigni; Bolívar Céspedes, Rincón, Carlitos Céspedes, Castro y Cordero.
El arbitraje le correspondió a Rudd, de la Liga Argentina, actuando como líneas, Domingo Prat –Presidente de Nacional- y Francisco Chevallier Boutell.
Argentina formó con J.C. Howard; C.C. Brown y W. Buchanan; E. Firpo, J. M. Penco y A. Brown; G. E. Weis, J. J. Moore.
Desde el arranque, una mezcla de sorpresa y estupor invadió «la Hípica»; nadie entendía nada ya que los primeros minutos del partido fueron un monólogo tricolor. Nacional dominaba y atacaba, los argentinos se mostraban desconcentrados y, a los 19 minutos llegó el primer «gol», una joyita de Carlitos Céspedes. Marcharon a los vestuarios con ese resultado parcial: 1-0.
Al comenzar el segundo tiempo la máquina argentina salió con todo, buscando pasarle por encima a los osados uruguayos, pero éstos se defendían como leones y ¡oh, sorpresa!, llegó el segundo gol por obra del talentoso y escurridizo Bolívar Céspedes. Luego abrió el libro Jorge Brown, marcando dos golazos que pusieron el partido 2 a 2.
Cuando se acercaba el final del encuentro, aparece nuevamente Carlos Céspedes para hacer el gol del triunfó histórico.
La lucha había sido pareja en todo y los rivales dejaron «el alma en la cancha»; Uruguay había ganado 3 a 2 a la poderosa escuadra nacional argentina y lo había hecho representado por un club: ¡Nacional! Aquella misma noche, los protagonistas de la hazaña volvieron en el «Tritón».
Esta inaudita proeza «llevada a cabo por once muchachos uruguayos que apenas acababan de abandonar la adolescencia, dio lugar a la explosión de un intenso júbilo patriótico que repercutió en todos los ámbitos y esferas del País»