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SAN ROCHET Y SAN BERGESSIO, PILARES DE UN NUEVO TÍTULO

 

Tras superar un camino lleno de espinas, las finales terminaron siendo uno de rosas. Una temporada que tuvo de todo, pero que terminó como todos queremos, con Nacional en lo más alto.

 

Todo comenzó allá por diciembre de 2019. Después de las «2 finales en 4 días», y de un campeonato ganado de forma histórica, ganando los clásicos y evitando un tricampeonato rival después de haber comenzado nueve puntos abajo, pocos días después de esa conquista la Comisión Directiva toma la polémica decisión de cambiar el director técnico. Se iba Alvaro Gutiérrez, desgastado tras una temporada complicada, y llegaba Gustavo Munúa. Un entrenador con una idea futbolística diferente al «Guti», que supuestamente iba a dotar a Nacional de mejor juego, pero que le iba a costar lograr resultados.

Acompañada de esa decisión, llegaron otras, que generaron bajas importantes en el plantel. Una de las que levantó más polvareda, fue la salida de Rafael García, tras la no renovación de su contrato. Quedaba vacante el puesto del «5» y para ese puesto llegó Claudio Yacob. También un cambio de perfil, se pasaba de un volante central aguerrido, con sentido de pertenencia y que quería la camiseta, a un argentino de supuesto «buen pie», pero que en ningún momento logró transmitir seguridad, en un puesto tan importante en el fútbol, y que históricamente significó mucho aquí en Uruguay.

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A la baja del «Rafa» se sumaron otras. Matías Zunino, el hombre del gol que nos dio el Uruguayo 2019, partió hacia la Liga de Quito. Quedó la sensación de que Nacional podía haber hecho más para su renovación, pero no fue así. Tampoco renovaron dos futbolistas que habían sido titulares durante gran parte de la temporada como Guillermo Cotugno y Felipe Carvalho. Además, otra baja, pero en este caso con un tinte diferente, fue la de Matías Viña, vendido a Brasil en una suma millonaria, que sin dudas vino muy bien a las arcas del club, algo necesario y que fue una de las buenas decisiones de esta Directiva.

Las altas, además de la ya mencionada de Yacob, fueron las de Mathías Suárez, Ayrton Cougo y Miguel Jacquet. Claramente de menor nivel y categoría que los que se fueron.

Comenzaba la actividad deportiva 2020 con la disputa de la Supercopa Uruguaya frente a Liverpool. Iba a ser el primer gran traspié de la era Gustavo Munúa. Un Campus de Maldonado lleno, que quería ver al Bolso campeón otra vez, pero el equipo decepcionó. Jugó muy mal, caía 2 a 0, con actitud logró empatarlo en la hora pero cayó en el alargue, en el cual jugó de forma totalmente desordenada y terminó recibiendo dos goles más, terminando 4 a 2. Como corresponde cuando se pierde una final ante un equipo menor, llegaron las críticas, Nacional fue un equipo desequilibrado tácticamente como no lo era con Gutiérrez, y eso lo manifestó la mayoría de la hinchada.

Para peor, el arranque del Torneo Apertura iba a ser con la misma tónica. En las primeras tres fechas, el Bolso sumó dos puntos, mostrando las mismas falencias sobre todo de mitad de cancha hacia atrás mencionadas. Las críticas para Munúa eran cada vez mayores.

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Pero llegó un hecho que iba a cambiar todo. La pandemia del COVID-19. Cinco meses de inactividad: el Campeonato Uruguayo estuvo parado desde el 8 de marzo hasta el 8 de agosto. Largo período de ausencia, donde los hinchas extrañamos ver al equipo en cancha. Primero se entrenó por Zoom, luego de manera presencial, hasta que llegó el momento de retornar a la competencia. La cual iba a ser a puertas cerradas, toda una novedad. El fixture marcaba que al regreso, el partido de la cuarta fecha, era un clásico. Se jugó el domingo 9 de agosto, bajo una intensa niebla que caía sobre el vacío Estadio Centenario. Y fue otro partido donde Munúa terminó siendo criticado. Nacional ganaba 1 a 0, y jugaba los últimos 20′ con un jugador más. Pero sobre el final llegó el empate del rival. Un empate con sabor a derrota.

Pero, después de ese partido, el equipo empezó a levantar. Le ganó a River en el Saroldi 3-2, con tres goles de Bergessio, en un encuentro donde ya se rumoreaba que Munúa estaba en la cuerda floja. Metió una interesante racha, con nueve partidos de los cuales ganó seis y empató tres, en el regreso desde el parate por la pandemia, ubicándose en el primer puesto a falta de las últimas dos fechas en las que enfrentábamos a Boston River y Deportivo Maldonado.

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Ganándole a uno solo de esos dos rivales, Nacional era campeón del Apertura. Pero fracasó. Empató con los dos. Rentistas, que había comenzado en el primer puesto, y que luego se había quedado, nos alcanzó de vuelta y terminó igual que nosotros. Hubo que jugar una final. Fue el miércoles 14 de octubre, el equipo de Alejandro Cappuccio nos ganó 1 a 0, festejó el Apertura y terminó con la «era Munúa». Ni siquiera la buena actuación, hasta allí, en Copa Libertadores, donde el Bolso superó la fase de grupos con comodidad, pudo salvar a Gustavo, que terminó siendo cesado por la Directiva.

No había tiempo para pensar en el nuevo DT, al domingo siguiente se debutaba en el Torneo Intermedio, así que se designó a alguien de adentro de la estructura deportiva: el secretario técnico Jorge Giordano. La Directiva comunicó que iba a ser un cargo interino hasta el final del Intermedio. En los primeros partidos de dicho torneo, se vio otro Nacional, mucho más ordenado, defendiendo y también atacando mejor. Se lograron tres victorias jugando bien, ante Fénix, Maldonado y Defensor, y una cuarta jugando más o menos, ante River. Ahí se logró una diferencia importante en la Anual y también en el propio Intermedio.

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Llegó la llave de octavos de final de Libertadores ante Independiente del Valle. Que si jugamos bien, que si jugamos mal, que si nos metimos atrás… Muchísimo se habló. Lo cierto es que el Decano logró meterse entre los ocho mejores de América, algo que hoy por hoy no es nada fácil. Es un punto a favor sin dudas. En cuartos de final esperaba River Plate. Para muchos, el mejor equipo de América. Para colmo, entre medio de los dos partidos, el clásico del Intermedio. En una semana quedamos afuera de la Libertadores, y perdimos de manera escandalosa, con un arbitraje siniestro de Pablo Giménez, el clásico. 

Fue el peor momento de la temporada. Sumado a todos los problemas extradeportivos que ya son de público conocimiento. Un verdadero tsunami, una bomba atómica que explotó en los últimos días del año. La Directiva tomó decisiones. Decidió no renovarle el contrato a diez jugadores: Luis Mejía, Gonzalo Castro, Sebastián Fernández, Rodrigo Amaral, Miguel Jacquet, Paulo Vinicius, Claudio Yacob, Mathías Suárez y Ayrton Cougo. Además, Santiago Rodríguez tampoco continuó ya que fue vendido al Grupo City. A nivel del cuerpo técnico se optó por la continuidad de Jorge Giordano a pesar de los malos resultados con los que terminó el año 2020.

Desde este espacio fuimos muy críticos con estas decisiones. Entendíamos que algunos jugadores de los que se fueron, en especial Gonzalo «Chory» Castro, por su importancia y por el rendimiento que habían dado, merecían seguir. Decurnex declaró aquello de «priorizar los valores por encima de lo deportivo», con lo cual no estuvimos de acuerdo al igual que la mayoría de la hinchada. Fue un momento muy duro que atravesó todo Nacional.

Con ese clima comenzó el 2021. Lo primero que había que jugar era la final del Torneo Intermedio ante Wanderers, que iba a ser el último partido del 2020 pero por un caso de COVID en la delegación de Nacional, que estaba realizando burbuja, se postergó. Era un nuevo comienzo, todo una incógnita cómo iba a responder el Bolso con todos los jugadores que se habían ido, y con el plantel extremadamente corto y joven que había quedado. Se empató sin goles ante los Bohemios, se ganó en los penales y se logró comenzar el 2021 con el título del Intermedio.

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Empezó el Clausura. Un torneo que, desde aquí, lo definimos durante el mismo como un verdadero «subibaja». Así fue en cuanto a rendimientos y resultados, hasta la fecha 11, en la cual nos encontrábamos con seis victorias y cinco empates. Alternando triunfos e igualdades, sumando y perdiendo puntos, así íbamos. Nacional jugaba mal todos los partidos, pero en algunos lograba ganar gracias a los dos «Santos», San Rochet y San Bergessio, determinantes en los arcos. Y también nuestro relator Javier Moreira agregaba jocosamente el término de «San Traste», el cual nos acompañó en varios partidos, con goles de rebote, en contra, errores del arquero rival, muchas dosis de fortuna que acompañaron, como suele decirse, «la suerte del campeón».

Es verdad que estábamos invictos, pero no estábamos primeros, sino que segundos, a dos puntos del líder Liverpool. En la fecha 12 dejamos de ser un subibaja y agarramos la bajada que parecía no tener fin. En esa jornada perdimos ante Danubio, un equipo descendido, de atrás y en la hora. Liverpool ganó y nos sacó cinco puntos de ventaja a falta de nueve, lo cual hacía muy difícil ganar el Clausura. En dicho torneo quedamos sin chance tras el baile tremendo que nos dieron los negriazules en el Parque Central, en el peor partido de Nacjional en mucho tiempo, el cual le termina costando el puesto al entrenador Jorge Giordano. 

En su lugar llegó de forma interina el técnico de la Tercera División, Martín Ligüera, con dos días para preparar otra final ante Boston River. El equipo volvió a decepcionar, jugando 60 minutos con un hombre más y en el Parque, terminó perdiendo ante un equipo que peleaba el descenso. La desesperación era grande, se había pegado el volantazo de cambiar de DT y eso tampoco parecía dar resultados…

Se llegó a la última fecha de forma angustiante, con solo un punto de ventaja en dicha tabla. Pintaba difícil el panorama ya que había que visitar en Maldonado al Deportivo. Ahí volvió a aparecer «San Bergessio» con dos goles claves. Finalmente no fueron del todo necesarios ya que Liverpool perdió su partido y con eso alcanzó para ganar la Anual. Nos metíamos la definición. 

Otra vez Nacional en las finales. Rentistas el rival, tras vencer en la semifinal a Liverpool de manera heroica. Terminó siendo lo más sencillo de toda la temporada. Se ganó con contundencia y con holgura en estas dos finales, esta vez fueron en tres días y no en cuatro días como las de 2019 ante Peñarol, para gritar BICAMPEONES.

Culmina así una temporada maratónica, de casi 16 meses, con un parate de cinco meses de por medio, e infinitos momentos de incertidumbre en cuanto a cuándo se iban a jugar los partidos, ya que fueron recurrentes las suspensiones de fechas debido a casos de COVID-19, en especial en el Apertura e Intermedio. Incluso en las propias finales Nacional no pudo contar con Rafael García, Ignacio Lores y Renzo Orihuela debido a que están cursando la enfermedad. Un campeonato desgastante, que por momentos lo vimos lejos, parecía difícil que se pudiera dar debido al juego del equipo, pero finalmente se pudo imponer la jerarquía de la camiseta más laureada del Uruguay, haciendo más puntos que todos, y demostrando cuando había que demostrar, en las finales.

El saludo y reconocimiento a los jugadores, a los cuerpos técnicos que pasaron, a toda la Comisión Directiva, a los funcionarios, y a todos los que forman parte de la familia tricolor. Felicitaciones a todos por este nuevo éxito. No todos los días se logra un Bicampeonato, y más cuando fue en uno de los torneos más largos de la historia, sin dudas que hay que festejar. ¡SALUD DECANO! 

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