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UN AÑO DONDE EL HINCHA FUE MÁS PROTAGONISTA QUE NUNCA, Y TUVO SU MERECIDO PREMIO AL FINAL

Se fue el año deportivo para Nacional, nuevamente con el principal objetivo cumplido: somos campeones Uruguayos.

Por «El Justiciero»

¿El camino fue fácil? No, nunca lo fue. Este año, estuvo lleno de espinas, de momentos donde el hincha fue muy crítico con el cuerpo técnico y los jugadores, por lo que fue el arranque de la temporada y algunos malos resultados que se dieron, sobre todo en el Torneo Apertura, donde se perdió el clásico, y no se pudo obtener el título, y también en la Copa Libertadores donde quedamos eliminados en fase de grupos. Pero a mitad de año, ya antes de la llegada de Luis Suárez, el equipo había levantado, y sin el «Pistolero» en cancha ganó de forma apabullante el Torneo Intermedio. Luego, con el «9» en acción, todo fue más fácil, y se ganó con claridad el Clausura y el Uruguayo.

La temporada, allá por enero, había comenzado bajo una serie de decisiones polémicas que generaron una gran repercusión en muchos hinchas y socios, como sin dudas lo fue el no renovarle el contrato a Diego Polenta, Gonzalo Bergessio, Rafael García y Facundo Píriz. Había Bolsos que pensaban que debían quedarse los cuatro, también había muchos que pedían que se queden al menos dos de estos futbolistas, y muy pocos creían que lo mejor era prescindir de todos, por su condición de referentes, de experientes, y de jugadores que en general respondieron en las difíciles, en clásicos, en momentos claves. La decisión de la Comisión Directiva y el nuevo cuerpo técnico que recién había asumido, fue arriesgada. Con el diario del lunes, salió bien porque Nacional fue campeón. Quedará la duda de qué hubiera pasado si algunos de esos hombres permanecían en el plantel, tal vez se hubiese ganado el título con mayor distancia, tal vez se hubiera hecho mejor papel en lo internacional, o tal vez se hubiera fracasado en todo. Nunca lo sabremos.

En total, fueron 13 las bajas en aquel verano: los cuatro ya mencionados, y además Maximiliano Cantera, Armando Méndez, Leandro Fernández, Gonzalo Vega, Thiago Vecino, Andrés D’Alessandro, Guillermo May, Joaquín Sosa y Adrián Vila (los dos últimos a préstamo). En su lugar, llegaron Leo Coelho, José Luis Rodríguez, Leandro Lozano, Juan Izquierdo, Yonathan Rodríguez, Leandro Otormín, Alex Castro, Diego Zabala, Emmanuel Gigliotti y Juan Ignacio Ramírez. Se tuvo que armar un equipo prácticamente nuevo.

Lo cierto es que esa decisión de dejar afuera a cuatro referentes importantes generó una mochila muy pesada en el arranque del año para todos: dirigentes, DT y jugadores. Más aún, cuando en los clásicos de verano, al equipo le fue mal, empatando un partido y perdiendo el otro. Y para colmo, en el arranque de la actividad oficial, el inicio en el Apertura fue muy malo, con un solo triunfo en las primeras seis fechas, incluida la derrota clásica en la cuarta fecha como visitante, donde Nacional jugó con un hombre más durante 45 minutos y no pudo hacerle un gol a un discreto equipo de Peñarol. Ese fue tal vez el momento donde más críticas recibió Repetto y el plantel, se cuestionó mucho lo anímico tras una derrota tan difícil de digerir.

Pero también es verdad, que en algunos de esos primeros seis partidos donde solo se ganó ante Rentistas (4-0), el equipo había mostrado algunos destellos de buen juego, sobre todo ante Liverpool, donde se empató 0-0 pero el arbitraje nos perjudicó enormemente, y luego ante Torque y Wanderers, otros dos encuentros que terminaron en empate, pero donde Nacional fue netamente superior a los rivales. Especialmente el duelo ante los bohemios, en el Parque Viera por la sexta fecha, fue muy especial, lo empatamos en la hora con gol de Fagúndez, tras un momento muy caliente donde después del segundo gol rival nos provocaron en el festejo, y ahí llegó, esta vez sí, la reacción anímica del plantel, para llegar al 2-2 en los descuentos. Fue un antes un después para el equipo y para el grupo.

En la séptima fecha se volvió por fin a la victoria ante Plaza Colonia, 1-0 con gol de Zabala, y allí comenzó una muy buena racha, en esas nueve fechas finales del Apertura: siete triunfos, un empate (ante River con golazo de Ocampo en la hora) y una derrota, en la última fecha ante Danubio, cuando llegábamos con chances matemáticas de obtener el título y se terminó dando una muy mala imagen, jugando con dos hombres más, y perdiendo 2-1. Ese fue otro momento de críticas enormes a este Nacional, nuevamente se cuestionó mucho el tema de la actitud.

Paralelamente, se había disputado la fase de grupos de la Copa Libertadores, con resultados dispares. Algunos muy buenos partidos, como ante Estudiantes de local a pesar del empate 0-0, y la victoria de visitante en Buenos Aires ante Vélez por 2-1, con doblete de Gigliotti. Pero luego, la derrota ante el mismo rival en el Parque Central, por 3-2 y en la hora, terminó siendo otro golpe durísimo, en un partido de trámite cambiante y con un final insólito, donde se pudo haber ganado en dos ocasiones en los descuentos, y se terminó perdiendo. Una semana después, se logró un tranquilizante triunfo 3-0 ante Bragantino en el GPC, que nos permitió al menos lograr el tercer lugar en el grupo, y acceder a la Copa Sudamericana. Pero sin dudas, el duro traspié ante Vélez en el Parque el 18 de mayo, y la derrota frente a Danubio en Jardines el 5 de junio, fueron dos mazazos difíciles de asimilar en pocos días, y nuevamente la parte anímica y mental de este grupo estaba puesta en discusión por parte de muchos hinchas.

Había que encarar, ocho días después de perder el Apertura, el debut en el Torneo Intermedio. Era una oportunidad para empezar de cero. La Tabla Anual estaba a tiro porque se había terminado el primer torneo corto a cuatro puntos del campeón Liverpool. El primer partido era ante Defensor en el Franzini. Un rival que en el Apertura había complicado muchísimo, nos había peloteado realmente, y se había terminado ganando con una actuación verdaderamente superlativa de Sergio Rochet. En este segundo enfrentamiento ante el violeta el trámite fue más parejo, pintaba para empate sin goles, pero sobre el final, llegó el tanto más importante y de mayor valor de Juan Ignacio «Colo» Ramírez en el año, para poner el 1-0 y darle a Nacional una victoria clave que permitía dar vuelta la página y encarar el futuro con mucho más optimismo.

Junio fue el mes de la recuperación y la consolidación futbolística, el de saldar una cuenta pendiente con Danubio en Jardines y ganarle 1-0 con gol del «Pumita» Rodríguez, y el de la clasificación en Copa Sudamericana venciendo de local y visitante a Unión de Santa Fe. Y julio, fue el mes de la locura. El 7 de ese mes, Luis Suárez desde España brindaba declaraciones que generaron una repercusión enorme. «uno puede opinar desde lejos, hace tiempo o hace poco, hace un mes y poquito en una radio de España que mi prioridad estaba en Europa y no en Sudamérica, pero a los días me llamó River, empezó el interés, y el jugador necesita cariño. Si vos estás en un lugar donde te quieren te ilusiona. Eso fue lo que me ilusionó de River. De Nacional no hubo eso, y por eso me llamó la atención, sabiendo que yo dije que no quería volver a Sudamérica, pero si le abrí las puertas al interés de River, ¿por qué no haberlo intentado? Como hincha del club, que salió de ahí, uno se sintió un poco dolido», dijo el goleador a ESPN.

Enseguida, todos pensamos: ‘si no te llamamos fue porque siempre dijiste que querías seguir en el exterior, pero si querés venir ahora, vení ya’. Por suerte, eso mismo pensó el presidente José Fuentes y se mandó hasta Madrid, en momentos donde la efervescencia era enorme, tanto en las redes sociales como en las calles de todo el Uruguay, con carteles, casas, autos pintados, de todas las formas posibles el pueblo tricolor le hacía sentir al histórico «9» su deseo de que vuelva a casa. Finalmente, el día 26 de junio, ya en un momento de agonía donde la desesperación era grande por que se confirme, llegó el famoso video desde la cuenta oficial de Luis, confirmando que venía a Nacional. Una enorme emoción invadió todos los corazones Bolsilludos. El domingo 31 llegó a nuestro país con una gran caravana que se realizó desde el Aeropuerto de Carrasco hasta el Gran Parque Central donde fue presentado.

Mientras tanto, la actividad seguía. Un día después de la confirmación de la llegada de Luis, el miércoles 27 de junio, se ganaba el Intermedio en final ante Liverpool. Tres días más tarde, el sábado 30, se iniciaba el Clausura con derrota en Maldonado ante Deportivo. El domingo 31 llegó Suárez y 48 horas después, el martes 2 de agosto, saltó a la cancha para jugar los últimos 13 minutos del partido ante Atlético Goianiense en el GPC. No pudo revertir el score que fue una dura derrota por 1-0, en un partido donde el Bolso fue más que el rival pero no supo convertirle, incluso con un increíble gol que erra en los últimos minutos el «Colo» Ramírez contra el arco de la Abdón Porte. Antes de la revancha ante los brasileños, se daba el debut de Suárez por el torneo local, ante Rentistas, donde convirtió su primer gol con un gran golpe de cabeza. Como es sabido, en la vuelta en Goiania, Nacional jugó uno de los peores partidos del año, ya perdía 2-0 en el entretiempo y cuando ingresó Luis para los segundos 45′ no pudo hacer mucho para revertir el global. Se escapaba una Copa Sudamericana con la que nos habíamos ilusionado, pero que nos cayó en un momento inoportuno, arrastrando una seguidilla de partidos muy grande y con Suárez recién llegado.

Quedaba encarar con todo el Clausura y la Tabla Anual donde a esa altura ya éramos líderes, y le dimos un golpe muy importante a nuestro favor en la tercera fecha, ganándole a nuestro principal perseguidor, Liverpool, por 1-0 en Belvedere, con un golazo de cabeza de Fagúndez. El Clausura se puede dividir en dos etapas, una hasta la octava fecha, donde luego de la derrota ante Maldonado en el arranque, se lograron siete triunfos seguidos, y luego la etapa final, los últimos siete partidos, donde se empataron cuatro al hilo y se ganaron los últimos tres, ante Albion y Cerrito para cerrar las dos tablas, y el último, ya jugando solo por cumplir, frente a Danubio. Vale destacar que luego de la victoria 2-0 ante Wanderers en la cuarta fecha, el equipo sufrió dos bajas importantes, Nicolás Marichal que venía siendo titular inamovible en la zaga, y Brian Ocampo, que justo ese día había vuelto a la titularidad, y lo había hecho en gran forma, pero pocos días después fue vendido a España.

Esos siete triunfos seguidos, de la segunda a la octava fecha, prácticamente liquidaron la Anual y posicionaron muy bien al equipo para ganar el Clausura. En la sexta fecha, se dio el triunfo más importante, el baile clásico, la paliza ante Peñarol, con triunfo 3-1, con un rendimiento aplastante, una diferencia abismal entre los dos equipos, y la frutilla de la torta: el golazo inolvidable de Suárez. Era lo que le faltaba al equipo de Repetto para dejar atrás los fantasmas del primer semestre, de las duras derrotas y los cuestionamientos a la actitud. Era una cuenta pendiente y se salvó con creces.

En la novena fecha, llegaba el partido ante River Plate en el Saroldi, con Fagúndez suspendido tras su expulsión en el partido anterior ante Boston. Muchos pensaron que podía entrar Gigliotti y apostar a un «doble 9» pero Repetto decidió mandar a Zabala de arranque como mediapunta. El equipo darsenero nos igualaba en puntos, ambos teníamos 21 y éramos líderes. El empate 1-1 permitió que la punta siga siendo compartida y que se arrimen algunos equipos que venían atrás, como Defensor o Deportivo Maldonado, de buen torneo en ambos casos. Los empates siguientes ante Cerro Largo y Fénix profundizaron esa situación y entreveraron mucho el Clausura. Entremedio, se dio la inesperada derrota 3-0 ante Rampla Juniors por la Copa Uruguay, un torneo al que el Decano no le dio importancia, para muchos fue un error ya que se trata de un título oficial, y sin dudas quedará la deuda pendiente para obtenerla en el próximo año.

Durante esas semanas, ya en el mes de setiembre, la atención de gran parte de la prensa estaba en las repercusiones de lo que había sido el clásico en materia de la seguridad y el operativo. La hinchada de Peñarol ingresó personas en lista negra a los ómnibus y luego a la tribuna Scarone, comenzó a tirar piedras tras el gol de Suárez, prendió fuego parte de los baños y los puestos de comida, ingresó un inflable provocando y, lo peor de todo, una bandera en alusión a un homicidio. Los miembros de la Comisión Disciplinaria de la AUF no tuvieron mejor idea que equiparar eso al engrasado de un alambrado y sancionaron a los dos equipos con dos partidos como local a puertas cerradas.

En un hecho histórico, donde realmente quedó claro cual es el club más popular, solamente Nacional apeló la sanción y gracias al brillante trabajo del delegado Enrique Campos y del ya legendario Hernán Navascués, se logró achicar la sanción a solo un partido. Ante Cerro Largo se jugó sin público pero frente a Defensor Sporting pudo estar la hinchada presente en el Parque.

Llegaba el choque ante los violetas en la fecha 12, muy importante porque se trataba de un serio aspirante al título. Otra vez no se pudo ganar, siendo el cuarto empate de manera consecutiva. Para colmo, significó perder la punta del Clausura a manos de River. Ya no dependíamos de nosotros mismos y se venían las tres últimas etapas. Pero el equipo del Prado se cayó. En la fecha 13 perdió ante Liverpool, y Nacional venció a Albion, para recuperar el primer puesto del torneo, y además asegurar matemáticamente la Anual. Otro momento clave en el que apareció Suárez, cuando parecía que no se daba el triunfo por quinto partido seguido, en el minuto 87 con un golazo de zurda, contra el arco de la Amsterdam, para darnos un triunfo a la postre decisivo.

Otra vez estábamos primeros en el Clausura a falta de dos fechas. Le llevábamos dos puntos a River Plate y a Deportivo Maldonado antes de la fecha 14. Y nuevamente todos jugaron para Nacional. Los fernandinos igualaron ante Defensor, y los darseneros hicieron lo mismo frente a Peñarol, que paradójicamente nos dio una mano. El Bolso era el último en jugar, el lunes 17 de octubre ante Cerrito, y si ganaba, les sacaba cuatro puntos a sus dos inmediatos perseguidores, faltando una sola fecha, por lo que sería campeón del Clausura de forma anticipada. Se hicieron presentes casi 30.000 personas en el Centenario para ver el triunfo 2-1, con goles de Fagúndez y Carballo, que significaron la coronación del Torneo Clausura y un paso grande hacia la obtención del Uruguayo.

Nacional ganó la Anual y el Clausura, y tenía la chance de, únicamente en un partido ante Liverpool, liquidar todo y quedarse con el Uruguayo. 50.000 almas coparon el Centenario una vez más, como tantas veces a lo largo de la historia, para vibrar con Nacional Campeón. El partido no fue fácil, terminó 1-1, pero en el alargue el Bolso impuso su ley, hizo pesar el hombre de más, jugó como un verdadero equipo grande y aplastó a su rival por 4-1. Suárez fue la enorme figura con dos goles, y Gigliotti, el «9» del primer semestre, luego relegado pero dando un ejemplo de compañerismo, se sacó las ganas de hacer otros dos. La fiesta fue perfecta para un cierre de temporada soñado.

En un año que no había empezado bien, donde el técnico y los jugadores fueron cuestionados, de a poco con trabajo se fue mejorando, y a mitad de año se sumó nada menos que el máximo goleador de la historia de Uruguay, para darle el toque de jerarquía necesario al plantel, y obtener de manera incuestionable el título. El campeón fue el mejor sin discusión. Y este título será recordado por siempre como «EL DE LA VUELTA DE SUÁREZ».

Desde aquí el agradecimiento a todos los que componen NACIONAL, a todo el plantel, al cuerpo técnico, gerencia deportiva y Comisión Directiva. Todos son parte y merecen el reconocimiento en un nuevo logro deportivo de la institución.

A FESTEJAR BOLSOS, LO MERECEMOS. SALUD CAMPEONES.

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